9 dic 2011

63 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos

El 10 de diciembre se cumple una vez más el aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Como cada año, esta efeméride nos hace preguntarnos si habrá algo que celebrar o, por el contrario, este recuerdo nos compromete a seguir reclamando mayores esfuerzos en su cumplimento. En nuestro entorno, a las violaciones de derechos humanos que venían denunciándose, emergen con fuerza otras muchas situaciones relacionadas con la prolongación y agravamiento de la crisis, como  el aumento acelerado del paro, el agotamiento de la protección por desempleo, los recortes en otros servicios sociales básicos y/o la pérdida de la vivienda, que incrementan las bolsas de marginación y exclusión social. Esta situación nos alerta de la tentación de reorganizar la sociedad de espaldas a las personas y, por lo tanto, en contra de los derechos humanos. No somos mercancías. Los derechos son conquistas sociales históricas y este hecho nos obliga a exigir su cumplimiento, así como a denunciar su quebranto, viendonos obligados a ejercerlos y a defenderlos en todo momento. Tampoco en el ámbito internacional la situación es mejor, sólo a modo de ejemplos podemos citar la crisis alimentaria en el cuerno de África, provocada por la codicia de negocios internacionales, causando que 13 millones de personas estén desprovistos de agua, comida y servicios sanitarios básicos. La miserable realidad de los niños y niñas soldados, entre 5 millones de personas más, que han perdido su vida en la invisible guerra del Congo. La generalización de las violaciones y abusos sexuales a mujeres y niñas en algunos países de Centroamérica, con más de de 14.000 denuncias en los últimos años. También la esperanzadora eclosión de movimientos pacíficos surgidos al calor de la primavera árabe en los países de la orilla sur del mediterráneo y oriente, reclamando libertad, democracia y justicia social han tenido como contrapartida en algunos casos una respuesta violenta desde el poder, como en el caso de Siria, con miles de personas muertas o encarceladas y torturadas. Los derechos humanos siguen siendo hoy herramientas de lucha por la dignidad humana, ese referente básico o mínimo común sin el que tendríamos problemas para identificar en una comunidad el componente civilizatorio que la caracterice como humana en el siglo XXI.