11 abr 2009

Dominación sin ideología

Nos gustaría destacar dos artículos publicados en el diario El País, en los que el sociólogo José Vidal Beneyto describe e ilustra esta tesis de la "dominación sin ideología" con lo que acontece en dos países tan próximos de la Unión Europea como la Francia de Sarkozy y la Italia de Berlusconi. En ambos, se pone de manifiesto lo que Beneyto denomina "la democracia-marketing", un nuevo régimen en el que se da una empresarización o hegemonía de la ideología de la empresa, un Estado-empresa o República de Accionistas que competirá en el mercado internacional. Para ello se introduce el management en la administración pública y en los aparatos del Estado y se sustituye el enfrentamiento ideológico por la competencia de las ofertas políticas, al modo de la competencia comercial. Esta cancelación del espacio político no tiene que ver, sin embargo, con el tema recurrente del fin de las ideologías que emergió a finales de los años cincuenta en el ámbito de las Ciencias Sociales y del análisis político y que ha acompañado desde entonces a todos los intentos de refundación conservadora en el orden político y social. El hermetismo respecto del mundo de las ideas y la inaccesibilidad al ejercicio de pensar hacen que las concepciones del mundo se vuelcan ininteligibles, haciendo impracticable toda ideología. Pero como los individuos y colectivos sociales no pueden vivir sin motivos y razones inteligibles sobre lo que hacen , así como por qué y para qué lo hacen, al verse privados de esos grandes marcos referenciales y explicaciones discursivas de la realidad; se ven obligados a recurrir a sus historias privadas , a su patrimonio de experiencias y anécdotas, a la trama de sus vidas para dar sentido a dicha realidad. Esta consideración nos ayuda a entender el auge del story telling, la hegemonía de lo narrativo frente a lo argumentativo, la glorificación de las intimidades acompañada por los referentes dominantes de la contemporanidad: familismo, juvenilismo, egotismo sin límites. Todo ello presidido por el economicismo de las business schools y su invocación constante a la racionalidad de los medios, a la eficacia, a la productividad, a la innovación, a la excelencia, al siempre más y mejor, a la cultura competitiva de los campeones... que menosprecia toda referencia a la equidad, a la generosidad, a la solidaridad. Ante este panorama de ineptitud política, el autor nos invita a confiar en la emergencia de los colectivos y movimientos sociales de base que surgen y persisten por doquier como reacción a situaciones de opresión, con interesantes iniciativas que apuntan a la transformación social.